domingo, 25 de febrero de 2018

COMUNICACIÓN PADRES E HIJOS


Tengo la sensación de que no prestamos atención a lo que hablamos, cómo lo hacemos y si mostramos claridad en lo que al final pretendemos transmitir.
En los núcleos familiares mostramos tendencia a complicarlo mucho más. Mediante el dialogo, padres e hijos pueden llegar a conectar ambos mundos si adoptan el utilizar todos los recursos que el lenguaje y la voluntad ponen a su alcance. Llegar a comprender sobre todo sus respectivos sentimientos y la capacidad que albergan para verbalizar las emociones.
Cada vez me decanto más en pensar que el lenguaje que utilizan los padres con los bebes es distinto al que mantienen las madres. Es como si hablasen otro “idioma” distinto. El lazo de la madre se establece cuando el niño aun está dentro de su vientre. El vínculo que se genera entre el padre y el bebé se genera en un proceso más lento. No tiene porqué suceder cuando nace la criatura, hay padres que tardan meses o años en alcanzar algún tipo de encaje con sus hijos y en algunos casos no sucede nunca.
Hay muchas posibles razones que fomentan una mala comunicación familiar. Yo destacaría la prisa que muchos padres tienen por obtener información cayendo en indagar en lugar de sentarse a escuchar lo que su hijo desee decir. Aquí se rompe la cadena que necesita un dialogo sano ya que el hijo lo puede vivir invasivo el comportamiento paterno conectándole con una actitud de cierre. El hijo decide entonces no escuchar a sus padres.
Aun así, se puede trabajar, nunca es tarde. Algunas pautas sanas para crear un diálogo constructivo familiar pueden ser:
  • Transmitir la información que se emite con enunciados en forma positiva.
  • Cumplir la palabra dada. Conecta con la coherencia y la responsabilidad.
  • Empatizar y ponerse en el lugar del otro.
  • Aportar mensajes sólidos sin contradicciones.
  • Escuchar más que hablar, haciéndolo con interés para practicar lo que se conoce como escucha activa. Sentir que tu mensaje es escuchado, no solo oído te conecta más con tu interlocutor.
  • Estimular un clima emocional que facilite la comunicación. Adaptarte a su esencia.
  • Pedir Feedback para construir a partir de la opinión del otro.
  • Exteriorizar y compartir sentimientos.
  • Ser muy claros a la hora de pedir algo.      
Si trabajamos para conseguir que en una casa todos nos sintamos escuchados, nos conectaremos con una forma de acompañamiento que refuerza la evolución a lo largo de las etapas de nuestra vida que compartimos en el núcleo familiar. Al final nuestros padres siempre serán nuestros padres y nuestros hijos también.
¿Será mejor opción el procurar vivir el cómo nos relacionamos entre hijos y padres?
¿Podemos encontrar la manera más sana posible de hacerlo?
Ambas cuestiones tienen un si por respuesta. Pasar de pantalla implica dejar de pensarlo para comenzar a hacerlo.

domingo, 12 de febrero de 2017

MIRAR TU CARA EN UN ESPEJO

Cuando era más joven, miraba mi rostro en el espejo pero sin parar a observarlo. Dedicaba el tiempo justo para ver cómo me pintaba, si la blusa iba acorde con la falda, si el maquillaje era el esperado…

Me he dado cuenta que casi me ponía más delante del espejo para criticarme que para elogiarme. Cuando te miras al espejo ¿Qué buscas, De qué huyes?
Os voy a proponer un ejercicio muy sencillo que sirve para aumentar la autoestima.
Ejercicio del espejo:
  • Elije un determinado momento de tu día y en el cual puedas estar solo. Esto te ayudará a no caer en el ruido de pensar qué dirán los demás si te vieran. Rompemos las posibles autocriticas iniciales.
  • Dedícate unos minutos a mirarte al espejo en silencio. Estás con tu mejor amiga, contigo. Concédetelo.
  • Piensa en todo aquello que te hace tener baja autoestima. Transfórmalo en positivo. Refuérzalo con frases dichas en voz alta ¡.Aunque tengo caderitas anchas, que bien proporcionada estoy!...Aunque tengo un poco de tripita, ¡me encantan mis labios! Habrá partes de tu cuerpo que te gusten menos pero también aprende a resalta y alabar aquellas de las que te sientas seguro. Todos somos atractivos, recuérdatelo.
  • Si lo que están provocando tu inseguridad son problemas en el trabajo, repítete que eres capaz de tener éxito en tu profesión. Lo valiosa/o que eres.
  • Si estás teniendo problemas en las relaciones interpersonales, repítete en voz alta que eres capaz de cometer errores, aprender, perdonarte y perdonar.
  • No temas en sacar aquello que te haga sentir insegura/o. Aprende a decírtelo en voz alta. Te ayudará a identificarlo mejor. Al verbalizarlo notarás que va perdiendo fuerza.
  • Trata de hacerlo durante veintiún días seguidos e esta manera lograrás anclarlo como habito.

Me he dado cuenta que pasamos mucho tiempo con nosotros y que poco lo apreciamos. Tendemos a no cuidarnos y huir de amarnos. Todas las mañanas cuando me levanto, me asomo al espejo, me doy los buenos días con una sonrisa y me mando un beso.
Solo es un ejercicio, nada pierdes por intentarlo. Lo mismo te sorprende lo mucho que puedes ganar. 
Eres el único responsable de cómo decides vivir tu día a día.

viernes, 9 de diciembre de 2016

¿CÓMO TE RELACIONAS CON TU CUERPO?

Este tema va unido de una forma intrínseca a la autoestima. Si no te amas, jamás lograrás amar a tu cuerpo. Hay muchos autores que hablan sobre aceptarse a uno mismo. Yo pienso que puedes aceptarte y a la vez estar en lucha con tu físico.
“La curva es bella”, “la talla 36 es perfecta”,” Qué tía más delgada y qué tremenda está”,” Ese tío está  buenísimo, cómo se le marcan las abdominales”… ¿Os suenan?
Qué estresante es desde que te levantas hasta que te acuestas estar pendiente de lo que comes, o dejas de comer para poder aceptarte. ¡Cuánta energía invertida en algo inútil y por tanto desaprovechada!
Hay personas gorditas y delgadas. ¿Crees que puede hacerte más feliz no comer nada para pesar 58 kilos y que tu creas que a los demás les gustas? O como alternativa ¿Comer, aprendiendo a escuchar a tu cuerpo?
Es muy importante amar tu cuerpo, mirarlo frente al espejo, acariciarlo, aceptar cada centímetro de él. Si después de esto  consideras que te gustaría mejorar algo, puedes empezar aprendiendo a comunicarte con él y con lo que comes.
¿Cómo se hace?
 Hay varias formas, yo compartiré algunas herramientas con las que trabajo.
1- Minimo una comida al día hacerla a solas, en silencio. Si comes con la televisión puesta, no prestas atención a lo que comes. Alimentarte a solas, permite observar cómo te relacionas con cada alimento. Cuál te agrada más, cuál te sacía más, cuál te sienta mejor.
2- Comer despacio. Es muy importante deleitarse con cada bocado, saborear de verdad lo que está llenando de salud y belleza tu cuerpo. Cuando además lo has cocinado tú o lo han elaborado para ti con amor, cada vez que catas un trozo de ese manjar, observarás que tu cuerpo lo acoge de forma distinta.
3- Parar cuando no tengas hambre. Comer por comer no es nada sano, tu cuerpo recibe un mensaje equivocado.
4- Cuando tengas sensación de hambre, pregúntale a tu cuerpo ¿De qué tienes apetito? Salado, dulce, agrio…después para a pensar qué has vivido ese día, qué sensaciones has tenido. A continuación relaciona lo que tu cuerpo demanda, cómo ha ido tu día, cómo lo has gestionado y qué sientes en ese momento. Hay muchas veces que el cuerpo pide dulce después de un día muy tenso y duro, necesita esa dulzura que no ha sentido.
5- Detecta las creencias limitantes aprendidas.”Para estar delgado hay que dejar de comer”, “Eres buen niño si comes rápido”, “Sube la televisión, es sagrado ver las noticias a la hora de la comida”…
Yo tuve muchos problemas con la comida durante gran parte de mi vida, no sabía comer, evitaba escuchar mi cuerpo, me saltaba comidas para adelgazar…El resultado fue tener cuadros hipoglucémicos, mi cuerpo me decía que se sentía poco amado por mí.
He trabajado muy duro para conseguir el reto de amar mi figura, las curvas de mis caderas, conocer que es bueno para mi salud, cuándo de verdad tengo hambre, mirarme al espejo y gustarme.
Una sana autoestima no consiste en convencerse que uno vale sin más, sino que todos además de nosotros mismos, somos y trabajamos conscientemente para ser los más valiosos.

domingo, 4 de diciembre de 2016

SOLTARSE DEL YUGO DE LAS OBLIGACIONES

Las obligaciones en realidad solo habitan en nuestra mente. Son jaulas que diseñamos para nuestra vida. Suelen alejarnos de nuestra capacidad de disfrutar, en algunos casos hasta robarnos por completo la energía. El psicólogo Rafael Santandreu las define como una “neura” que posee el ser humano.

Cuando has dejado de cumplir con alguna obligación ¿qué ha pasado? Nada. No se ha acabado el mundo, el sol ha seguido saliendo, el rocío de las mañanas continuó su ritmo habitual.
Estos actos que convertimos en nuestras reglas sagradas, interrumpen en demasiadas ocasiones el aprendizaje de personas de nuestro entorno. Los que nos rodean no necesitan excesos de atención, tan solo demandan compartir emociones comunes pudiendo participar en situaciones o vivencias que sean satisfactorias para todos. Una manera sana de hacerlo es devolver las fuerzas y la responsabilidad sobre su vida para que así puedan disfrutar de sus capacidades. Solo en ese contexto podrán tener la posibilidad de aprender y avanzar.
Repasa tu lista de obligaciones. Ahora revisa cuantas de ellas te hacen de verdad feliz. Te invito a que diseñes otra lista de las acciones que realizas fruto del disfrute. Observa ambas.
¿Qué diferencias encuentras? 
Al leerlas ¿Cuál te sacó una sonrisa?
¿Cuál te movió al conformismo? 
¿Qué edad tienes en este momento? 
¿Deseas seguir acumulando obligaciones? 
¿Cuándo vas a comenzar a vivir? 

Hipotecas, casas, trabajos, maridos, mujeres, padres, hijos…de verdad, plantéate cómo vivían nuestros antepasados en las cavernas. 
En base a este argumento, 
¿Crees que el ser humano ha evolucionado a todos los niveles? 
¿Eran más libres esos antepasados que nosotros? 

Visualiza a un Homo Sapiens Homoneanderthalensis ¿le ves viviendo con algunas de tus obligaciones?...
 Puedes engañarte y razonar que los avances materiales nos han llenado de libertades, pero la realidad es que hemos idealizado esos bienes adquiridos vinculados a la idea de progreso, aunque yo los llamaría de “regreso” a la casilla de salida. Lo que te desapega te libera.
En mi experiencia, a base de errores, me he dado cuenta que solo pueden crearse relaciones sanas si se han desprendido de los factores comunes que se mueven alrededor de las obligaciones. Hacer algo por alguien basado únicamente en el disfrute y no en la obligación, te llevará a conectarte con una forma de vida positiva. 
He aprendido que la verdadera libertad se siente cuando actúas desde el corazón sin estancarte en los juicios ajenos y menos aún en obligaciones que quiebren la vida.

jueves, 24 de noviembre de 2016

LA TRISTEZA AYUDA A VIAJAR

Por lo general, a nadie le gusta sentirse triste. Podemos huir de la tristeza, evitarla, ocultarla o incluso permanecer en ella mucho tiempo, pero ¿Sabemos sacar beneficio por experimentarla?
Es una de las emociones más comunes que puede vivir una persona. Tiene la capacidad de ayudarnos a conocernos mejor. Mientras nuestro cerebro la recrea, instrumentalizamos el llanto como fórmula para alcanzar alguna forma de desahogo y alivio. Mantenerla en nuestra realidad cotidiana tiene efectos agotadores. Es capaz a aglutinar tanta tensión que podemos llegar a veces a sentirnos con un nivel tan extremo de tensión que nos impide la liberación de llorar.
Los aprendizajes más importantes de nuestra vida posiblemente sean resultado de esos procesos de introspección.  Podemos encontrarnos con los perfiles más opuestos. Por un lado hay personas que conectan empáticamente con gente de naturaleza triste. Mientras tanto a otras les resuena verlas hasta el punto incluso de sentirse molestos por la expresión de su emoción.
Ahora vamos a realizar juntos un breve recorrido a través de un estado de tristeza. Los rasgos de la cara cambian, se oscurecen. Notas que pesa todo el cuerpo y se manifiesta mucho cansancio, resulta complicado alcanzar lo más sencillo. Puede ser que no apetezca hablar. En ese instante comienza un viaje al interior. Intentas encontrar los posibles motivos que te han llevado a sentirte así. Si en ese momento luchas contra ello o lo evitas, das razones a lo que te remueve. En cambio, si dejas fluir, sin miedo a sentir ese momento, facilitas que pase a través de ti sin lucha, dejándolo correr como una cascada de agua por tu interior, la tristeza poco a poco se apaga, le restas poder hasta diluirla. En ese momento aparecen recursos que van a permitir ocuparte de aquello que ensordece tu alegría. Empiezas a remontar hacia lo positivo.
A mí me daba pánico sentirme así. El Universo me rodeaba de personas que se sentían molestas al ver a gente triste. Me parecía muy curioso esto. Ahora vivo mis estados de tristeza sin temor utilizando el silencio como arma poderosa para vencer la situación. Cuando he querido verbalizarlos antes de mi tiempo preciso, he acabado diciendo lo contrario de lo que pretendía decir a los demás. El resultado no era otra cosa que mucha frustración. Con ello obtengo dos emociones que magnifican la situación y que terminan por desgastarme mucho sin ningún beneficio.
¿Cómo puedes acompañar de una manera sana a alguien que está triste? Es importante ofrecer a cada persona lo que necesita, no lo que necesitas tú. Ante la duda, lo mejor es siempre preguntar. Algo tan sencillo y que hacemos muy poco.
¿Qué necesitas de mí? ¿En qué puedo ayudarte? De esta forma si podemos ofrecer un billete que traslade a las personas a sus momentos adecuados de evolución. A un viaje verdaderamente productivo.
Acompañar es simplemente estar al lado de esa persona sin ninguna pretensión más. Parece inusual, pero me he encontrado en multitud de ocasiones con personas que acaban molestas con otras por verlas tristes generando contra ellas actitudes poco o nada proactiva.
En fin, me apetecía hoy meterme en este vagón y bajarme en la siguiente estación llamada aprendizaje. Quiero aclarar que lo dicho se refiere exclusivamente a situaciones transitorias de tristeza. Cuando se sostienen en el tiempo nos podemos estar refiriendo a estados de depresión. Eso otra historia.

domingo, 16 de octubre de 2016

INFIDELIDAD: INFELICIDAD

En mi adolescencia, me imaginaba bailando delante de mucha gente, sentía emoción cuando me aplaudían. Lo solía acompañar con música, elegida de forma escrupulosa. Recreaba ese sueño mientras ayudaba a mi madre en las tareas del hogar, adoraba ese momento. A los años me imaginaba feliz. Mi cuadro mental era claro: casada con el hombre perfecto y rodeado de hijos.  Al tiempo tuve mi primera relación estable y muy duradera. Pensé que esa era mi vida perfecta, hombre perfecto. A los treinta y un años todo se rompió. Él se había enamorado de otra persona.
¿Se había roto mi sueño? En realidad, la que me rompí fui yo, había elegido no ver lo que en realidad había sucedido. Era yo la que fui infiel conmigo misma. A partir de ahí, mi vida cambio. Salí de mi zona de confort. Decidí investigar la vida, sentirla. En ese punto fue cuando comencé a querer descubrir todo lo que pudiese y más sobre el ser humano. Me centré en profundizar en cómo lograr ser coherente con mis emociones. Reconozco que en estos casi diez años, he cambiado mis perspectivas y con ellas mis resultados. Ahora, me siento capaz de comprender mis emociones porque evito engañarme.
¿Qué nos lleva a ser infieles con nosotros y con los demás? ¿Cómo cambia el mundo de la persona a la que has sido infiel?
Muchos de mis pacientes se han quedado en la fase de ira después de una vivencia similar. Otros en cambio, simplemente lo han aceptado y han seguido. Tengo que apuntar que a la mayoría, incluida yo, en gran medida si lo permite,  deja marca.
Tras aceptar mi mentira, el serle infiel a los demás me resultaba sencillo. por eso le fui infiel a mi ex pareja. No le amaba, idealizaba lo que yo había planeado desde pequeña en ese sueño. Me lo implante. Ahora me doy cuenta de la magnitud de esa obligación, de esa incoherencia. En realidad ahora lo veo de una forma muy distinta. Elegí no ver lo que en realidad pasaba. Olvidé y descuidé ese sueño de bailar delante de ese público, me olvide de esa cría que disfrutaba tanto con la música. Dejé de disfrutar de lo que hacía. Lo que vivía no era lo que me llenaba, no me hacía feliz. No era yo.
En terapia, cuando un paciente saca el tema de la infidelidad de su pareja, siempre pregunto ¿Qué crees que realmente estaba pasando entre vosotros? Normalmente viene acompañado de un silencio por mi parte. Lo siguiente que pregunto es ¿Crees que eres responsable en alguna medida de ello? Se trata de darle la vuelta a la situación, qué parte de responsabilidad se ha podido tener para que haya acabado así, lo más fácil es echarle la culpa al otro, lo sugerente esta en verlo desde un ángulo distinto, en el que se asuma las responsabilidades que nosotros tenemos en el resultado. Evadirse de la responsabilidad, dejando al otro como verdugo, no nos asegura que podamos emprender nuevos rumbos.
Qué difícil es asumir que nos engañamos ¿.Cuantos de vosotros estáis con una pareja por no estar solos? ¿Os une el amor o el qué dirán si me separo? ¿Os vinculan los proyectos juntos o la hipoteca y el confort?
Cuando comencé a caminar sola recuerdo que me daba miedo todo, porque todo era nuevo.
 ¿Y si me quedo sola? ¿Y si cuando sea mayor sigo sola? ¿Y si no sobrevivo económicamente? Y si…
Me hice habitante del país de Ysilandia, como bautizo la psicóloga Sonia Cervantes, os recomiendo su libro “¿VIVES O SOBREVIVES?”.
Al día de hoy, en base a mi experiencia personal y profesional solo puedo decir que la pareja hay que cuidarla día a día. Cada día se hace el amor de muchas formas. Es importante mimarse y mimarle. Es precioso prepararle el desayuno, poder darle un masaje, que él te coja del brazo mientras tú le cuentas tus inquietudes o tus llantos. Si viene con ira, acompañarle en ese proceso, escucharle atentamente. Sentirte mimada y cuidada. Cuando te pones malita, saber que te mereces ser cuidada y acunada. Vivir su preocupación hacia ti cuando un día lo tienes raro. Poder enfadarte y trasmitirle la situación desde el respeto y la honestidad. Borrar de tu vocabulario el “Y tú más”.
Al final si nos somos fieles a nosotros ganaremos capacidad de ser fieles a los que amamos.

domingo, 9 de octubre de 2016

MIEDO A SER VISTO

Es posible que el titulo despiste, me esforzaré para que las letras aclaren la esencia. Te invito a que repases cuantas veces has tenido miedo a decir algo en público. Esas funciones de colegio donde en algún momento hemos sido la virgen María, San José o si me apuras a algún ángel. Viaja a esas entrevistas de trabajo, en ese momento previo delante del espejo, cuando te pusieras lo que fuere sentías que nada te sentaba bien. En cuantas ocasiones hemos salido con los amigos y hemos elegido como eje fundamental de algunas conversaciones vacías el arte del critiqueo, la vestimenta de…”fulanita”, cómo le sentaban los pantalones a “menganito”. Creo que no pararía nunca narrando situaciones que todos de una forma u otra hemos vivido, en el rol de ser protagonistas o como simple publico crítico.
Cuanto temor nos hace sentir no ser aprobados por los demás. ¿Qué te provocan estas palabras? Sentirte aprobado…
Sea cual sea, te invito a que evites juzgarte porque el propósito real de este ejercicio es la reflexión. En muchos momento he escuchado esta frase: “Me da igual lo que piensen de mi”. Pero… ¿es verdad, te da igual?
Realmente cuando criticas, ¿Sientes que es como comer pipas? Una vez comienzas, te cuesta parar. Trae consigo una energía muy toxica. Nos aleja de la humildad. Nos une al ego. Si cambias el tiempo que empleas en observar y criticar a los demás y lo inviertes en revisarte combatiendo esos mismos defectos, intuyo que podrás sonreír mucho más.
Prueba a visualizarlo desde otra perspectiva. ¿Cómo has reaccionado cuando te han criticado? y ¿cómo te has sentido cuando has recibido una alabanza positiva?
Es gratificante practicar el arte de la tolerancia, la comprensión, la generosidad… en el fondo nos llena más.
¿Para qué se critica? Las redes sociales no favorecen evitarlo, emitimos juicios sobre frases e imágenes de personas que en algunos casos ni tan siquiera conocemos. Sin parar a pensar que las estamos perjudicando. Me he encontrado casos de gente sin empatía que disfruta haciéndolo, eso sí, su vida ni tocarla porque son perfectos o por lo menos, en su mentira, ellos lo creen. Aunque digamos abiertamente que no nos importa, cuando alguien te critica, te juzga, inevitablemente te afecta.
Cuando he sido consciente que he emitido un juicio, me he sentado y he preguntado para mis adentros: ¿Qué te gustaría trabajar en ti? En muchas ocasiones huimos tanto de nuestras tinieblas que nos perdemos en el ruido ajeno. Y a ti ¿qué te apetece hacer? Si en algún momento eres consciente que estas juzgando o criticando ¿Cómo crees que te vas a sentir? ¿Es posible que te pueda apetecer algo distinto?
 Lo que no aceptamos, nos detiene. Lo que no amamos, nos limita.